jueves, 24 de marzo de 2011

Savoir être

Todas y cada una de las personas que pisan la estación van a alguna parte. Y lo mismo ocurre con las que están fuera. Van al trabajo, van a la cama, van al banco, van a hacer la compra, van a una boda, van a comer, van al baño, van a dormir... y finalmente, hasta van a morir.

Mientras limpia la mesa cuatro de la cafetería de la estación, Andrea se siente excepción; ella nunca fue ni irá, ella está, simplemente está, como siempre estuvo, observando desde detrás del cristal cómo en las dársenas esas cajitas de metal se van llenando de personitas diminutas con maletas enormes, hasta que no caben más y la latita echa a rodar sobre sus graciosas ruedecitas y toda esa gente se va, envasada al vacío.


Latas que van al norte, al sur, al mar y a la montaña, mientras Andrea está ahí, mirando.


Mirando. No se está "a" ninguna parte, en el estar Andrea se basta por sí sola, no necesita un destino, sino adjetivos, gerundios, participios... no va a hacer nada, ya lo hace, hay actividad en su ser. Está pensativa, está dudando, está muy guapa esta mañana... y está dándose cuenta de que este saber estar es su manera de ser, y que mientras sepa dónde está no necesita ir a ninguna parte.



domingo, 20 de marzo de 2011

Cine (2): Encontrarás Cabrones

Encontrarás Dragones

Siendo uno muy fan de Roland Joffé, en especial de La Misión, fui a ver el preestreno de Encontrarás Dragones con cierta ilusión, pese a saber que iba a ver una película sobre Escrivá de Balaguer y temerme por tanto ver y escuchar cosas con las que no estoy muy de acuerdo.

Siendo así, se me hizo muy cuesta arriba sufrir las dos horas de propaganda de este largometraje. Primero, la figura de "Hose Merría Escrifá" de Balaguer está insertada un poco con calzador en una historia central cuasi salvable aunque excesivamente melodramática sobre un topo fascista infiltrado en una milicia del CNT. Esto es, la mitad del metraje que se refiere al religioso es más bien innecesaria para el desarrollo de la trama principal, lo que lastra bastante la película.

Por otro lado, la manera en que retratan a Escrivá de Balaguer es tan idealizada e inocua que provoca risa. Una especie de Harry Potter guapo y musculoso, Escrivá de Balaguer aparece como un joven alegre de infinita paciencia, y el Opus Dei como un grupo de amiguetes que solo quiere ir a misa con sus novias y al que se acusa incluso de protestante. Salvo una escena en la que se da un par de correazos, no hay referencia alguna a la mortificación (se dice que la madre de Escrivá de Balaguer ya de jovencito tenía con él unas broncas de no te menees porque el chaval se fustigaba hasta salpicar de sangre las paredes), los cilicios que recomendaba a los miembros de la Obra o al apartheid de géneros imperante en la organización. También espanta que se le haya situado como figura central de una historia sobre el perdón cuando en sus textos hace especial hincapié en "virtudes" como la "Santa Intransigencia" o la capacidad de coacción.

A su vez, la manera en que se representa al bando republicano en la contienda es también muy exagerada. Casi da la sensación de que los protagonistas se enteran del levantamiento nacional tan solo porque los republicanos salen a quemar curas.

De factura técnica impecable, la película goza de un elenco espectacular: Wes Bentley borda un papel protagonista de un niño bien que no se soporta a sí mismo, y aparecen por ahí figuras tan ilustres como Geraldine Chaplin o Jordi Mollá. La banda sonora, quizá demasiado sentimental, tampoco está nada mal. Y la única pega para el público hispanohablante es la curiosa circunstancia de que el film se haya rodado en inglés, pero en un inglés con acento castellano. Curiosísimo por cierto reconocer la Gran Vía o el Café Central, tan cotidianos para mí, en la gran pantalla en una producción internacional.

En definitiva, una película en la que se podría haber tratado un tema tan trillado como la Guerra Civil desde un punto de vista algo diferente, y quizá haber matizado un personaje tan controvertido como el santo exprés fundador del Opus Dei, se queda en un ejercicio de propaganda autoparódica digno de Intereconomía. Vamos, que no es que no me haya gustado porque yo sea de izquierdas (que más bien lo soy), es que no me ha gustado porque es tontísima, y esto, del cineasta que nos dio La Misión, La Letra Escarlata o Los Gritos del Silencio, no me lo esperaba...
Encuentro así en esta película un estímulo para reflexionar sobre cómo y cuánto se falsea la historia en películas históricas; si se ha hecho esto con un personaje tan reciente como Escrivá de Balaguer, qué cantidad de patrañas no estaremos pasando por alto en títulos de renombre como Braveheart, Las Horas, etc.





El Mundo Según Barney

No os hagáis ilusiones, no tiene nada que ver con Cómo Conocí a Vuestra Madre; Es algo mucho mejor. Basada en La Versión de Barney, novela semiautobiográfica del recientemente fallecido autor canadiense Mordechai Richler, nos encontramos ante una película divertida, trágica y enternecedora, de lo mejorcito que llevo visto en este 2011.

El Barney del título es un tipo peculiar, interpretado magistralmente por un Paul Giamatti muy ducho en esto de interpretar a tipos peculiares, que al enfentrarse a la publicación de un libro que revelará los detalles más oscuros de su pasado, recapitula sobre su vida y sus errores con nosotros acompañado por un brillante Dustin Hoffman que interpreta a su padre, un policía judío con muy mala baba y muy buen carácter, y por sus tres esposas; la bohemia trastornada y trágica Clara, interpretada por la bimbo Rachelle Lefevre (que hacía de malosa en Luna Nueva, posiblemente la peor película del siglo XXI sin discusión), la exitosa y agobiante segunda esposa que interpreta Minnie Driver, y el ángel que se convierte en el amor de su vida, con la cara de una preciosa Rosamund Pike (y cierto parecido en algunas escenas con una lectora de este blog).
Scott Speedman, el cacho de carne que mataba vampiros en underworld y sufría los tejemanejes de su esposa en Mi Vida Sin Mí, se desmarca en El Mundo Según Barney interpretando a un escritor genial, bohemio y politoxicómano que marcará al protagonista de una manera insospechada.

En la recta final de la película se aborda cierta enfermedad de una manera brillante, sin que eso convierta la película en la típica comedia genial que se transforma en melodrama tostón que tanto abunda en las estanterías de los videoclubs.

El Mundo Según Barney es una película valiente que se moja, y que nos muestra a un personaje humano, feúcho, falible y no tan bueno como le gustaría, pero que a su vez se hace querer gracias a su honestidad y a su desbordante personalidad.

Hay películas con las que se puede reir, llorar y casi casi correrse. Esta es una de ellas.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Influencias


Hartos de que les prometieran bicicletas
y les vendieran la moto,
Zipi y Zape se pusieron a robar coches.

Mortadelo se cansó de disfraces,
quemó su traje negro
y se zambulló en el espejo.

Corto Maltés se borró los tatuajes
y abrió una agencia de viajes,
franquicia de El Corte Inglés.

Carpanta se hizo vegano,
no sin antes morder la mano
que le da de comer.

Carmen Sandiego vive con su perro
en un chalet adosado;
ya no viaja sin visado,
navega por internet.

El Coyote se comió a su pájaro azul
y le resultó bastante indigesto
ya no se gasta el sueldo en inventos
y nunca, nunca, jamás
mira hacia abajo cuando cruza un precipicio.

Piolín murió aplastado
bajo el peso de su propia cabeza
y Silvestre engorda y se aburre
en brazos de una abuela muerta.

Pierre Nodoyuna dejó de hacer trampas
y empezó a ganar carreras;
a Patán no le hizo ninguna gracia.

Papá Pitufo se afeitó la barba,
Fortachón dejó el gimnasio
Filósofo se quitó las gafas y,
una vez todos iguales,
Pitufina fue violada en un gang bang de madrugada
solo Gargamel trató de rescatarla.

La Morsa y el Carpintero contaban los adoquines
que la reina de corazones había puesto sobre la playa.

Y yo, a mis casi treinta palos
pienso, masticando tu ausencia
en dejar de una vez los tebeos
y los dibujos animados
porque soy una mala influencia
para ellos.






lunes, 7 de marzo de 2011

Carta de Amor


Te odio.
Te odio porque no estás.
Te odio porque no existes.
Te odio porque mi vida gira en torno a ti.
Te odio porque no te encuentro y te odio
porque no puedo evitar buscarte.
Te odio porque no duermes conmigo
y te odio porque despierto sin ti.
Te odio porque me conoces mejor que yo mismo.
Te odio porque no te conozco.
Te odio porque no puedo librarme de ti,
porque estás en cada canción que escucho
si pongo un mínimo de atención,
en cada historia que leo,
porque te veo en cada imagen que admiro.
Te odio porque sé lo que eres y lo que representas
y no soy capaz de definirte o dibujarte.
Te odio porque estás en mis sueños.
Te odio porque no eres real.


Te odio porque quiero odiarte
pero no puedo evitar quererte.
No puedo evitar verte reflejada en otras
y pensar que se trata de ti.
No puedo evitar verte en cada cosa que no es odio.
No puedo evitar sentirte más allá de los sentidos.
No puedo evitar saber que estás ahí
aunque todo me diga que no estás.


Y eso no lo odio.
No puedo evitar querer odiarte.
No puedo evitar odiar quererte.
Y quiero evitarlo.
Porque sé que lo que me hace querer quererte
es lo mismo
que me impulsa a odiar odiarte.


Y es eso, y nada más que eso,
lo que me mantiene vivo.


Odiando.


Queriendo.

-------------------------------

Escribí este poema, quizá el primero que escribí nunca, porque en aquel entonces no escribía poesía, para un concurso de El País Semanal, en febrero de 2002. ¡Gané y me publicaron! ^_^
19 añitos tenía entonces, y visto desde mis 28, desalienta saber que no escribo mucho mejor, y que en lo que me llevó a escribirlo tampoco he avanzado mucho XD.

Había olvidado casi por completo el texto hasta que hace algo así como un añito descubrí una canción de Los Seis Días con Santi Balmes de Love of Lesbian cuya letra era sospechosamente familiar. En un ataque de arrogancia idiota, me pregunté si se habrían "inspirado" en mi texto, pero prefiero pensar y es mucho más probable que simplemente dos personas, y seguro que muchas más, hayan tenido la ocurrencia en distintos lugares y momentos de jugar con la dicotomía amor/odio. Ahí os dejo la canción, que no está nada mal.