viernes, 15 de julio de 2011

Agua


No temas jamás mojarte. Pregúntale al agua. Si alguien lo sabe, es ella. Pregúntale si le duele caer por una catarata. Pregúntale al mar por qué se tragó tantos barcos, por qué albergó vida. Interroga a la lluvia que escapa del cielo. Averigua si el iceberg tiene calor. Estudia la parábola del chorro de las fuentes, escucha las corrientes subterráneas, busca el oro que arrastran los ríos.

Ve, pregúntale al agua si quieres, si sabes escuchar. Que te enseñe a disolverte, no a hundirte ni flotar, a evaporarte quizá.

Sí, habla con el vapor, que te enseñe a no quemarte. Vuélvete duro y frío con el hielo. Fíltrate entre las rocas, o destrózalas con tu oleaje, vuelve atrás en la resaca y déjate llevar por la luna a una marea alta, aunque condenada a bajar.
Préguntale ál agua cómo rellenar los huecos, cómo cubrir la Tierra, cómo limpiar el mundo, cómo pulir la piedra, cómo inflarte y llenarte de luz en una pompa de jabón, burbujear al hervir, mezclarte con sal, azúcar o alcohol, arrebatar su esencia al té...

Ve y díselo, no tengas miedo... sumérgete, bebe hasta que no puedas más, mea, suda, y nada. Llora y busca el agua, porque solo lo inerte es impermeable, el agua es vida, lo seco es muerte.

No temas
jamás
mojarte.

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