
jueves, 27 de enero de 2011
Ya

lunes, 24 de enero de 2011
Un Problema

No quiero nada que no sea mío
tampoco nada que lo sea
a la larga, es un problema
En mi propia suerte
de modesta arrogancia
sé que puedo perder
a la mujer que me de la gana
que las que no me quitan el sueño
me quitan la manta
No quiero nada que no sea mío
tampoco nada que lo sea
a la larga, es un problema
He estado casado tres veces
pero ellas nunca se dieron cuenta
y me enamoro
como en las películas
24 veces por segundo
en una tormenta
de imágenes superpuestas
unidas en un hilo argumental
que describe una espiral
que no sé muy bien
si me lleva hacia adentro
o hacia afuera
No quiero nada que no sea mío
tampoco nada que lo sea
A la larga, es un problema.
¡Seño!
¡Me he vuelto a meter el corazón en la nariz!
Y apenas puedo respirar, pero
¡Qué bien duele!
La niña que huele a marihuana
me ha vuelto a invitar a comer
cuando me apetezca comer
y ella no haya comido
Y no quiero nada que no sea mío
y con esto lo que digo es
que qué sabrá ella del hambre
del hambre que uno ha elegido
de cómo tus peces
se comieron a mi gato
y tuve que aprender
a caer de pie
por mí mismo
No quiero nada que no sea mío
Tampoco nada que lo sea
quiero todo lo que hay entre medias
quiero saberme idiota y afortunado
cada vez que despierte a tu lado
y lanzar otra vez la moneda
y que vuelva a salir cara
que siga saliendo cara
aunque nadie lo entienda
aunque nadie se lo crea
Solo quiero que sonrías
cada vez que me veas
que ganemos los dos siempre
que ganemos por sorpresa
para que nadie
nunca
nadie
pierda
No quiero nada que no sea mío
tampoco nada que lo sea
a la larga, es un problema;
resolverlo cada día
el único desafío
que todavía me interesa
la única certeza en la que confío
y mi única fuerza.
miércoles, 19 de enero de 2011
En Todas Mis Oraciones

sábado, 15 de enero de 2011
Pesadillas

En mis sueños vuelves y tomamos café, vamos de compras, y nos sentamos juntos de nuevo en un autobús verde atrapado en un atasco en mitad de su camino al lugar donde nunca quisimos ir. Es terrible lo agradable que resulta.
Siempre fui mejor amante que marido; se me hace más romántico añorar lo perdido que agarrarme a lo que tengo, me gusta rescatar tesoros de galeones hundidos y bucear por las bodegas de carga, aunque sepa que esos barcos no volverán a surcar los mares, y también tengo por costumbre poner trabas en la aduana a quien intenta amarrar de buenas a primeras su velero cuando el viento lo trae a mi muelle.
Te herí como la hiero a ella, sin saña pero sin piedad alguna, y me lo supiste perdonar como tantas otras cosas, como todas las cosas menos una. Te quise tanto cuando ya no te tuve, te quiero tanto todavía, que temo que nunca seas capaz de perdonarme, que me desprecies por orgullo mientras yo sigo amándote de uno u otro modo por pura arrogancia, tratando de demostrar que mi amor es más fuerte que la mala suerte, más que tu rencor, que tengo magia en el dedo meñique para iluminarte la vida entera y es tu aliento marchito el que apaga constantemente la llama para que sigas a oscuras.
Tu regreso tiene el encanto de lo imposible y eso es todo lo que tiene; esos miedos suyos, esa esperanza mía, son los contrafuertes de los muros de carga del castillo que construimos en el aire apilando tardes de abril como ladrillos, y tú estás fuera con el resto de amenazas intangibles atadas al suelo, fuera, entre todos los idiotas a los que ella ha querido, fuera, junto al río, lavando esa vida nueva con la que te tapas las vergüenzas para que nadie te las vea como yo las vi.
Y en tus sueños, que están más allá del alcance del más largo de los tentáculos de mi imaginación, no estamos ni ella ni yo, en tus sueños quizá ni siquiera estés tú y por eso, seguramente por eso, te soñamos.
jueves, 6 de enero de 2011
Tres Cafés
Llevo tres cafés cortados
tratando de escribir algo
y solo se me ocurren
cosas que decirte
ahora que no
me coges el teléfono
que te hagan reír,
aunque sea de mí
que te hagan llorar,
aunque sea por otro,
que te enseñen a
mojarte el culo
cuando quieras peces
por si alguna vez
dejan de saltar
dentro de tu barca
que te obliguen a
lanzarme las bragas a la cara,
pegarle una patada a mi perro
o chupármela en el cine
y arrancármela de un mordisco
si la película termina en beso,
a pelearte con tu madre
porque dice que no te quiero
asomarte siempre
al borde de los andenes del metro
a llegar tarde al trabajo
y gastar mucho dinero,
casarte conmigo
y ponerme los cuernos
o casarte con otro
y pegar a tus nietos
apostar en las carreras
entre quiero, debo y puedo
saltar por la ventana
y agarrarte al tendedero
a quemar todas las naves
antes de salir del puerto
cosas, en definitiva,
que te hagan coger el maldito teléfono
para poder
susurrar
que
no tengo nada que decirte
y ponerme a escribir algo,
aunque no sea muy bueno
que hable solamente
de mí.